Coordinación: Eduardo Francisco Rodríguez (Universidad Carlos III de Madrid), Gloria Josefina Rosique Cedillo (Universidad Carlos III de Madrid), Marian Blanco Ruiz (Universidad Rey Juan Carlos) y Luis Gallardo Vera (Universidad Complutense de Madrid).
La metainvestigación en Comunicación en España constituye una actividad autorreflexiva de las disciplinas que se engloban en torno al término “Comunicación” (Periodismo, Comunicación Audiovisual, Publicidad y Relaciones Públicas, tal y como establece el Libro Blanco de Títulos de Grado en Comunicación elaborado por la ANECA en 2005). La actividad autorreflexiva desde dentro de una disciplina científica supone un síntoma de su madurez (Martínez-Nicolás& Saperas-Lapiedra, 2011); sin embargo, hasta lograr este estadio autorreflexivo la Comunicación en España ha transitado por distintas fases: emergencia -años 60-70-, consolidación -años 80- y desarrollo -a partir de mediados de los años 90- (Martínez-Nicolás, 2009). La última etapa implica una consolidación madura de las disciplinas comunicativas (Martínez-Nicolás, 2008), y su inicio coincide con la aparición del primer estudio sobre la investigación en Comunicación realizada en España (Cáceres & Caffarel, 1992).
Resulta conveniente, por consiguiente, estudiar las prácticas investigativas que acontecen en el campo disciplinar de la Comunicación desde un prisma sistémico y crítico-autorreflexivo, a fin de detectar las contradicciones que se den en sus componentes, interrelacionados dialécticamente, estructurales, infraestructurales y superestructurales (siguiendo la clásica clasificación althusseriana) y que frenen su progreso. Los estudios metainvestigativos sobre la Comunicación en España de los últimos tiempos han plasmado un escenario sistémico que entiende que la investigación española en Comunicación ha experimentado un cambio sustancial desde el cambio de siglo (Reig, 2014). Se observa un incremento del número de artículos, revistas e investigadores (Castillo-Esparcia & Carretón-Ballester, 2010; Fernández-Quijada & Masip, 2013). Asimismo se constata que los centros de investigación han tratado de adaptarse a los nuevos procedimientos, los tiempos de producción y los criterios de evaluación de la calidad científica (Díaz-Nosty & De Frutos, 2017; Ibáñez, 2016).
Empero, la intromisión de las medidas institucionales adoptadas, tanto las inversiones públicas en educación e I+D (Civil & Reguero, 2008) como las políticas de austeridad surgidas a raíz de la crisis económica (Bustamante, 2018), han afectado al desarrollo de la producción científica, evidenciando un proceso de maduración ambivalente. Por un lado, los centros que ofrecen titulaciones en Comunicación, los investigadores y las revistas científicas especializadas se han multiplicado por dos (Piñeiro-Otero, 2018; De Pablos, 2010). Por otro, se ha evidenciado un senda de crecimiento basada en la producción intensiva, donde las falsas autorías (Saperas & Carrasco, 2017), la escasa transparencia metodológica (Martínez-Nicolás & Saperas, 2011) y la inmadurez científica (Piñuel et al., 2011) parecen conformar la esencia de un modelo funcional de evaluación insuficiente, que se muestra incapaz para erradicar el sesgo, eliminar el trato preferencial o establecer el rigor y la transferencia de conocimiento como valores estandarizados (Rodríguez-Gómez & Goyanes, 2020).
Forma parte de las prácticas de la producción científico-académica en Comunicación la innovación metodológica para el tratamiento de nuevos objetos de estudio que broten en el contexto de la sociedad de la información, posmoderna y postindustrial; innovación metodológica que puede ser abordada por la vía de la tradición sociológica o por la vía de la creación genuina dentro de la propia Comunicación. Es este el objeto de estudio, precisamente, acometido en el número que se presenta, titulado “Tradición y progreso en la investigación de la comunicación. Transformación y creación de teorías y metodologías ante los nuevos retos de la convergencia digital”. En tanto que iniciativa crítico-autorreflexiva del propio sistema de investigación en Comunicación, el número se marca dos propósitos: (1) reflexionar sobre qué teorías y metodologías son las más pertinentes a la hora de investigar la estructura simbólica, material y algorítmica de los grandes medios y plataformas digitales; y (2) vislumbrar marcos y culturas científicas que desvelen los desequilibrios del sistema e impulsen agendas transformadoras de trabajo, comunicación y comunalidad en red.
Deseamos que este número de RAE-IC contribuya a la firme realización de estos propósitos.